sábado, 6 de junio de 1998

Capítulo I. El rompeolas



Era una noche de verano, si no recuerdo mal con luna llena. Una atracción magnética, un nudo en el estomago, una sonrisa y el sabor a felicidad.


La incertidumbre y el impulso de llevar a cabo un sueño. La comodidad de estar con alguien, que aunque la conocía hacia menos de una semana, me desbordaba. Me sentía como en una canoa por unos rápidos, y a pesar de la velocidad no sentía vértigo. Flotábamos a la luz de la luna sintiendo una paz interior desconocida... un amor saliendo a borbotones nos unía con desconcierto. ¿Cómo podía estar ocurriendo aquello?.

Al día siguiente desperté radiante, una aureola me envolvía dejando huella por donde pasaba, huellas color púrpura que resplandecían en la noche. Mis amigas me sonreían con complicidad, y se sentían orgullosas de verme tan feliz, como si ellas hubieran contribuido en algo, como si aquello no solo me estuviera ocurriendo a mí.

Volvía a vivir y a sentir...


Amaramares
06/06/98

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