El ensordecedor estruendo de las olas al golpear las rocas despertó sus pasiones.
Paseaban plácidamente a la luz de la luna como unos enamorados cualesquiera, buscando la complicidad entre las rocas. Recorriendo ante la muralla que separaba la bravura del mar del susurro de un amor incomprendido.
Sus cuerpos se reflejaron en la roca, y la sombra de sus labios se unieron con disimulo, brindando a la noche dejar huella en su recuerdo de aquel momento.
Amaramares
22/08/1998